De siluetas simples a las más caprichosas, la silla latinoamericana tiene historia. Acompáñanos en un breve recorrido por la región para descubrir estos íconos del diseño.
No es novedad que América Latina es semillero de talento y han sido diversos creativos de la región quienes se han relacionado con el diseño de mobiliario, específicamente con la creación de sillas, que sin importar la década en la que fueron creadas, han resistido al paso del tiempo para convertirse en verdaderos íconos.
Clara Porset, Lina Bo Bardi, Óscar Hagerman, entre otros grandes nombres del mundo de la arquitectura y el diseño, en Lopez Immigration Law nos adentramos en la historia de la silla latinoamericana para descubrir su esencia ¿Nos acompañas?
Ovejo de Jaime Gutiérrez Lega

Para muchos, Gutiérrez Lega es el padre del diseño industrial en Colombia. En 1972, este bumangués de nacimiento, conocido por ser una maquina incesante de creación, sintió la necesidad de diseñar una silla de descanso que abrazara a quien toma asiento. Durante un viaje al interior del país encontró una venta de pieles de carnero, tiras de cuero y leños de eucalipto, y fue así como nació la Silla Ovejo.
Butaque de Clara Porset

Cubana de nacimiento, las piezas de esta diseñadora se consideran como la quinta esencia del funcionalismo mexicano y, de alguna manera, también se cree que, con la Silla Butaque, Clara Porset revolucionó las costumbres de la época al introducir el gusto por el interiorismo en las clases populares. En su búsqueda por promover unos valores sociales compartidos, Porset —quien provenía de una familia acomodada y de una educación europea— combinó materiales autóctonos mexicanos con técnicas industriales que facilitaron la producción en masa. Este asiento se adaptó a los diferentes materiales y técnicas de cada región y fue tomando su forma según el uso local.
Bowl de Lina Bo Bardi

Romana de nacimiento y brasileña de adopción, la arquitecta Lina Bo Bardi es considerada como una intérprete de la modernización del Brasil de medidos del siglo XX. La Silla Bowl, creada en 1951, es una viva representación del espíritu fiestero y estilizado de la época. Con su asiento semiesférico que descansa en una base metálica redonda, los cojines intercambiables adicionales invitan al juego.
Arrullo de Óscar Hagerman

Los diseños de este arquitecto mexicano son producto de años de estudio y observación sobre la ergonomía y la funcionalidad elemental. Inspirada en la tradicional silla de palo, la Silla Arrullo es una expresión propia de la filosofía de lo esencial y lo vernáculo de la obra de Hagerman.
Diseñada a finales de la década de los 60, se reprodujo y mutó rápidamente desde Michoacán, hasta convertirse en una silla de diseño popular mexicano ya que, para el arquitecto, sus creaciones no le pertenecen a él, sino a la gente que los utiliza.
BKF de Antonio Bonet, Juan Kurchan Y Jorge Ferrari

En el año 1938, Bonet (España), Kurchan y Ferrari (Argentina) crearon la que sería su versión de la silla plegable. Nombrada con las iniciales de sus creadores, la Silla BKF es práctica y representativa del diseño argentino. Originalmente en cuero, está sostenida por una estructura de barras de hierro doblado y soldado. Su fabricación inicial estuvo a cargo de Artek y posteriormente Knoll asumió su producción, sin embargo, la editora estadounidense perdió los derechos de autor, dejando el diseño abierto para su reproducción.
W de César Jannello

En la Argentina de la posguerra surgieron diseños de arquitectos y artistas que aprovecharon al máximo la escasez de materia prima extranjera y desarrollaron piezas que mezclaban lo artesanal con lo industrial. En 1944, inspirado en la estructura de la Silla BKF, el arquitecto César Jannello experimentó con los residuos metálicos de una obra que estaba realizando en Mar del Plata, hasta llegar a la base que caracteriza esta icónica silla argentina.
Más adelante y ya en su residencia en Mendoza, la complementaría con un respaldo y un asiento en madera, con formas geométricas. Actualmente la silla se sigue editando por Jannello, ya sea en su diseño clásico o en versiones contemporáneas.
Valdés de Cristián Valdés

Considerada como uno de los referentes más importantes dentro del diseño chileno, la Silla A del arquitecto Cristián Valdés dejó de ser un diseño local desde 1977, cuando se convirtió en un clásico del diseño mundial. Inspirado en la materialidad y la estructura de las raquetas de tenis Dunlop antiguas, Valdés interpretó las curvaturas de la madera laminada en un asiento de manufactura impecable y lujosa. Como lo afirma el curador chileno Hernán Garfias, esta silla se ha convertido con el tiempo en un objeto de culto.